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Maksimilián Voloshin

Notable poeta y crítico ruso, Maksimilián Voloshin (1877 – 1932) fue considerado uno de los mayores exponentes de la Edad de Plata de la cultura y literatura rusas. El mismo autor, en cambio, siempre fue reacio a que se le incluyese en alguna tendencia literaria concreta. Según sus propias palabras: "En vuestro mundo yo soy un transeúnte, cercano a todos y, sin embargo, extraño a todos". Además de por su aportación poética, a Voloshin se le conocía por sus traducciones al francés de prosa poética en ruso, entre otros.

Como solía ser habitual, la situación del momento en Rusia le llevó a viajar por diferentes países e influyó determinantemente en su obra, en la que se plasma la estrecha unidad que sentía por su patria. Se le conocía por su humanismo: hacía llamamientos al pueblo, a la necesidad de estar unidos y ser un todo. Con todo, su casa, actualment e museo, fue escondite clandestino para muchas personas cuyas vidas estaban en peligro.

Además de su aportación literaria, Voloshin contribuyó al bagaje artístico con la pintura de cuadros que hoy día se pueden observar en museos de todo el mundo. Estos cuadros solían inspirar soledad y, principalmente, reflejaban la naturaleza.

Poema de Voloshin:

París

El ocaso lucía su sonrisa carmesí.
París se ahogaba en tiniebla purpurina.
Con gesto de tristeza el día cansado
abatió su frente contra el húmedo suelo.
Y abrió lentamente la noche
su ala gris sobre el mundo.
Alguien fundió un puñado de piedras
y las arrojó en el líquido cristal.
En sus sedas desteñidas el río mecía un buque blanco,
y había fiesta en el seno de las aguas:
danzaban las luces en las olas.
Unas filas de álamos enormes,

gigantescos, se juntaban en el río,
y se encendían los diamantes
en el almenado encaje de las ramas.
Amar sin lágrimas, sin quejas.
Amar sin fe en el regreso...Que cada instante sea
el último en la vida. Que lo pasado
no nos atraiga, irresistible.
Que la vida se deslice en anillos de humo,
que pase, se disperse...
y que la tristeza de la tarde alegre
nos envuelva en su abrazo.
Mirar cómo se funden sin señal
los vestigios del ensueño, nunca
separarse de la dicha triste,
y acercándose al fin del camino,
suspirar y marcharse alegremente.

 

Página web de la casa-museo de Voloshin (en ruso): http://www.gpntb.ru/win/voloshin/dom-musei.html